11.2.07

..terdam


La otra parte no hiriente del viaje fue la mejor. Risas, regalos, mucha comida y toda la bebida que pudimos beber entre viajes de tren y autobús.
Descubrimos la pasión de esta gente por los ambientes relajados y oscuros, por las velas y la comida de todas partes, que normalmente es la que aparece en las cartas de todos los pubs y restaurantes. Sabiendo como cocinan de verdad, no es de extrañar.
Si alguien te oye hablar en español te chapurrea lo que sepa decir en tu idioma aprendido en sus vacaciones y te hacen sentir menos europea que antes, si cabe.
Hay un barrio con luces rojas que atrae a la gente por la noche como las farolas a los mosquitos. Señoras en bikini se contonean detrás de escaparates para que las midas con la mirada y gente de toda clase te ofrece cualquier estupefaciente que quieras pagar. Manadas de chavales que llegan de todas partes a ponerse hasta el culo de todo, como si se tratara de unos SanFermines trasnochados y que luego cuentan sus batallitas en el avión de vuelta a casa.
Nuestra fiesta particular era más tranquila y algo más adulta, cosa que intentamos constatar yendo al museo Van Gogh a ver unos pocos cuadros que han conseguido retener del artista local.
Un finde que hay que repetir..

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