29.3.05

Spring

El mundo está cambiando.
Lo siento en el agua.
Lo huelo en el aire.
Tríadas de semillas pululando en el viento, a la búsqueda de una nariz y unos ojos que irritar. Ha empezado el ritual de cada año y los pobres alérgicos hace tiempo que están temblando. Es el justo castigo que nos proporcionan las plantas. Ya que las estamos exterminando, ellas se vengan al no poder producir más lluvia y cargan el ambiente con montones de esperma en polvo. Porque eso es lo que es, mayormente, lo que andamos respirando por ahí. Así está todo el mundo de eufórico, o de derrotado, o de salido. Todo se ha amplificado desde que entró la primavera, como si hubiéramos pasado el invierno en mono y de pronto se hubiera conectado el ampli con el equalizador a toda pastilla.
Es que llevas pasando todo el invierno por delante de un taller, y nada de nada. Pero desde hace unos días, parece que estoy de excursión por la dehesa castellana, escuchando a los ciervos en celo. No, no voy más ligera de ropa. Todavía no me quito el sayo, que si no la pillo fijo.
Es simplemente que la sangre se altera después del letargo hivernal, y cada uno se alegra con lo que pilla más a mano. Literalmente.

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