Ante la pregunta de si me iría a vivir al pirineo por un traslado en su trabajo, mi primera respuesta fué "por supuesto, con los ojos cerrados".
Luego te despiertas y ves que no, que no está sólo en vuestras manos esa decisión. Que ambos seguimos unidos a un cordón umbilical de proceso invertido, y que nos hemos quedado sin la posibilidad de elegir dónde hacer nuestra vida.
Creo, no, estoy segura de que ésta es la respuesta a mi incapacidad para hacer planes de futuro: simplemente no puedo hacerlos. También será por eso que intente no preocuparme por el mañana, que ya vendrá si quiere, cómo, cuando y dónde sea.
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